miércoles, 19 de diciembre de 2012


Era un día nublado, el suelo parecía un enorme lago de nieve blanca, los campos y los arboles estaban cubiertos de una fina capa de escarcha, parecían pequeños diamantes cristalinos, era realmente precioso.  Los cristales de mi ventana estaban empañados, esto solo podía significar una cosa, el inverno había comenzado y la navidad estaba cerca, ya añoraba el olor a hierba húmeda, el ir a patinar sobre hielo y tomar churros con chocolate con la nariz rojiza. Al ver la nieve algo despierta en mí, es agradable, es ese sentimiento de alegría. Salgo a la calle con el propósito de rozar la nieve, tirarme por el trineo, hacer un muñeco de nieve. Las lágrimas nublan mi vista, hace mucho frio. Entro en casa y me situó al lado de la estufa, el calor del fuego comienza a entrar en mi cuerpo, la sangre vuelve a circular por mis pies, me envuelve ese sentimiento acogedor de estar segura y calentita en casa. Estoy nerviosa, Santa Claus esta al llegar, ¿habré pedido demasiadas cosas? ¿Me las traerá todas o me traerá carbón? Bueno, lo más importante es que estaré con mi familia disfrutando de estos días de felicidad absoluta, dormiré unas horitas más, después de tanto trabajar ya tocaba descansar un poco. Estas son épocas de ayudar al prójimo, de sacar nuestro lado bondadoso y de dar y recibir. Las luces alumbrando las calles junto a una sonrisa de todos los habitantes, los copos de nieve cayendo, los arboles puestos en las casas y niños en la calle pidiendo el aguinaldo cantando alegres villancicos. Estas son mis navidades, por ello, esta es mi época favorita del año, la única época en la que la gente disfruta realmente se olvida por un día de su trabajo y se centra en divertirse junto a su familia y amigos. Navidad, no mayor felicidad que esa.

nueva york

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