miércoles, 19 de diciembre de 2012


NEWORLD

Noto como mi corazón comienza a latir, la sangre vuelve a correr por mis venas,  puedo sentir el frío en mis labios y en todo mi cuerpo, pero poco a poco esa sensación desaparece, entro en calor y tras unos minutos, mis párpados entumecidos consiguen abrirse; ante mis ojos una luz intensa me ciega, mis oídos comienzan a escuchar sonidos que hace mucho que no oía. Me incorporo, estoy en una especie de laboratorio muy avanzado en el que hay miles de máquinas que nunca había visto, incluso algunas precian irreales; pero hubo una cosa que me llamó más la atención que todo eso, en una esquina de la pantalla de lo que parecía un ordenador ponía 21 de diciembre de 2826; por un instante se me corto la respiración. ¿Cómo podía ser posible? ¿Todo era un sueño? Miles de preguntas brotaron de mi mente y aquellas personas tenían las respuestas.

Una de las puertas del laboratorio se abre, entra una mujer con un traje blanco y con una máscara para respirar, rápidamente salto de la camilla y la exijo respuestas, ella permanece callada durante un tiempo y finalmente me habla, me dice las primeras palabras desde hacía mucho tiempo y que jamás se me olvidarán, -Bienvenido al año 2826, Peter. Aquella voz me resulta familiar, tanto que me produce un sentimiento de nostalgia. El ordenador proyecta unas imágenes que responden a todas mis preguntas…era uno de los ocho sobrevivientes a la catástrofe del 21 de diciembre de 2012, el último en ser encontrado, tras el fin del mundo, había estado congelado durante más de mil años. Al quitarse la máscara, se trataba de una mujer anciana, pero sus ojos cristalinos y su sonrisa delataron su identidad, era Lucy mi hermana pequeña.

Salimos juntos del laboratorio, mi primer paso hacia  el nuevo mundo en el que  el sol eran lámparas gigantes que se habían colocado en el espacio para que pudiera llegar luz por el día y se apagaran por la noche. La tierra estaba seca, no había mares, ni lagos, ni cascadas, solo quedaban los acuíferos subterráneos, la población se había reducido a cinco millones de personas, que vivían en único continente al que habían llamado Neworld. Los alimentos eran artificiales, la tierra ya no era fértil. Ni siquiera la Tierra era redonda, los niños que nacían, tenían problemas degenerativos y radiaciones. Ya nada era igual, la contaminación que había en el mundo anterior y que la humanidad había creado a causa de las nuevas tecnologías y los nuevos avances había provocado esta tragedia, en la que miles de personas inocentes habían muerto.  Ya no volvería a disfrutar de la luz del sol, del agua del mar, sobretodo no podría volver a disfrutar de las personas que me querían, mi familia, todas ellas víctimas de la mayor masacre de la historia o al menos lo que queda de ella
.
Un momento, que es ese constante ruido que se repite en mi oído, ese molesto sonido que me molestaba todas las mañanas…es mi despertador, todo había sido un horrible sueño, subí la persiana y el sol permanecía en el mismo lugar de siempre, nada había cambiado, aunque no podía dejar de pensar en el sueño, esa fecha, ese fin del mundo inesperado que nadie antes había predicho excepto yo. A prisa salí a la calle, disfruté de la luz del sol, de la brisa del mar y sobre todo de las personas que siempre habían estado a mí alrededor, ese sueño me hizo darme cuenta del valor que tienen y que puede que un día ya no estén pero que siempre estará en alguna parte de cada uno. Pasados unos días volví a tener el mismo sueño, ése día me convertí en el profeta del 21 de diciembre de 2012, algunos dirán que estoy loco, otros que tengo razón, pero como todo el mundo sabe, los sueños pueden hacerse realidad.

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