miércoles, 19 de diciembre de 2012



UN SUEÑO, LA NIEVE

Un paisaje blanco, a lo lejos, con pequeñas personas, lleno de luces… Así, era mi mundo. Digo era porque ahora estoy al otro lado, cruzando un lago que me conduce hacia el mundo real con mi familia, mis amigos…
Todo comenzó un 16 de mayo, hacía buen tiempo, la suave brisa inundaba las calles, el campo florecía…pero yo estaba triste, enfadado con el mundo y no quería saber nada de nadie ni de nada. Estaba bajo la sombra de un árbol llorando porque en los meses invernales no había nevado ni una sola vez y cada día que pasaba lo recordaba como algo melancólico.
Relajado estaba cuando un escalofrío sacudió mi cuerpo, cerré los ojos e hizo que mis piernas temblaran durante escasos segundos. Así pues, abrí los ojos y vi un paisaje nevado, lleno de luces de colores, con casas pequeñas decoradas de navidad, niños paseando por las calles jugando con la nieve… No sabía qué hacer, estaba solo frente a un mundo desconocido en el que no conocía a nadie ni cómo era y lo más importante ¿Cómo había llegado allí?
Me dirigí hacia un policía alto y esbelto que llevaba en su mano izquierda una cuerda gruesa que agarraba fuertemente  un perro, quien no paraba de ladrar. Le pregunté dónde estaba y no me supo responder, algo escondía.
Al momento, aparecieron Ester y Marcos, unos niños de catorce años muy amables y simpáticos quienes me preguntaron quién era, pues la aldea era pequeña y todos se conocían. Les dije que me llamaba Diego y que no sabía cómo estaba allí. Me acogieron en su casa un par de días hasta que me di cuenta de que allí siempre nevaba y todo estaba iluminado como si siempre fuera navidad. Pasaban los días y yo me desesperaba cada vez más sin saber nada; pero por otro lado estaba feliz porque mi sueño se había cumplido: cada día podía observar cómo la nieve blanqueaba la ciudad.
Alomejor tenía que hacer algo para volver a mi vida original, la de verdad, porque aunque parezca mentira, echaba de menos a mi gente. Comencé a pensar y caí en que debía aprovechar el estar allí con la nieve, el paisaje… lo que yo siempre había querido.
Seguían pasando los días y yo me pasaba tirado sobre la nieve a todas horas con Ester y Marcos pensando que algún día volvería a mi mundo, pero no. Allí seguía yo, preocupado por mis padres a ver qué pensaban. Tampoco podía comunicarme con ellos de ninguna manera.
Hasta que una noche hubo una gran tormenta, muchos relámpagos, inundaciones de las calles…tuve una gran sueño aquella noche de que volvería a mi mundo real; pero desgraciadamente fue un sueño del que nunca desperté.

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