miércoles, 19 de diciembre de 2012


Una vez viví en un mundo donde…

El cielo gris, las casas negras y los continuos cuervos volando hacían de este mundo el odiado por toda la población. No obstante, este mundo tenía la particularidad de contener una puerta que daba acceso a otro mundo lleno de color y con todas las riquezas imaginarias. Para tener acceso a esa puerta se necesitaban pasar una serie de pruebas. Yo mismo, me propuse pasar por esa puerta…
Para acceder a esa puerta había que pasar tres pruebas: física, psicológica y social.
En la primera prueba tuve que atravesar un volcán en erupción, lleno de lava, con sola mente la ayuda de un agila rapaz, y un elefante africano. En ese momento se me ocurrió la idea de juntar las dos fuerzas de dichos animales. El elefante absorbió aire con su inmensa trompa y el águila consiguió levantarme y llevarme a la otra zona del volcán. Gracias a esto pase la primera de las tres pruebas que había y me dieron un grato reconocimiento.
En la segunda prueba me propusieron desactivar una bomba, con el riesgo y la presión que ello conlleva. Para ello, únicamente me dieron unos alicates para cortar los 8 cables en un orden determinado en una oportunidad. Dando que hay más de 10000 combinaciones diferentes elegí cortarlo por orden cromático desde los más oscuros a los más claros… por suerte conseguí hacerlo.
En la última y tercer prueba, y probablemente la más difícil, me propusieron reír durante un hacer reír a una persona en menos de un minuto. Solo me dieron una nariz de payaso como objeto a utilizar. No sabía que hacer pero en los últimos cinco segundos le conte el mejor chiste que sabía y se rió.
Quizás fue uno de los mejores momentos de mi vida el pasar a un mundo lleno de color y alegría.

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