miércoles, 19 de diciembre de 2012


UNA VEZ ESTUVE EN UN MUNDO DONDE…
Como olvidar aquellos tiempos en los cuales, inmersa en un mundo de fantasía y surrealismo descubrí que la vida más allá de lo establecido, llega a ser lo más normal, y lo que hasta entonces habías estipulado como límite se convierte en tu punto de partida…
Recuerdo perfectamente aquella extraña aventura, que jamás olvidaré y que empezó en mi propia casa, cuando apenas tenía dieciséis años y mi inexperiencia era tal, que cometí muchas estupideces, la primera fue entrar en aquel gigante baúl que había aparecido en mi desván y que nunca antes había visto. Permanecí allí durante un tiempo que no recuerdo. Salí y me di cuenta de que algo había cambiado, el ambiente era lúgubre y en el aire se percibía un olor indescriptible, entre dulce y amargo, como el de la cáscara de una naranja quemada, no era desagradable, pero me preocupé al oír chillar a una mujer: “¡QUÉ SE QUEMA! QUE SE QUEMA!” En un primer momento corrí escaleras abajo con temor a que fuera mi madre, pero al llegar a la cocina, todo era diferente, mi propia cocina se había transformado en una especie de horno antiguo y gigantesco, y la mujer que había gritado se encontraba delante de él con las manos sobre las rodillas y desmallada en el suelo, no tenía claro que fuera una mujer, pero ante mi asombro, saqué fuerzas para ayudarla…
Tras echarle un vaso de algo verde y frío en la cara, se despertó y gritó, yo la correspondí y prácticamente agonicé de terror puesto que sus totalmente verdes ojos me miraron, y hasta ese momento no me había dado cuenta de que tenía la tez verdosa y las manos palmeadas como las de un pato, y llenas de marcas. Mi primer instinto fue preguntarle que se suponía que estaba haciendo en mi casa y que había hecho con mi cocina, el suyo, por el contrario fue intentar escapar, maldiciendo porque no le iba a dar tiempo a terminar el pedido del rey, que se le había quemado y que además el calor la había hecho perder tiempo al desmayarse, tiró toda la masa quemada y continuó trabajando, ignorándome y de reojo mirándome de vez en cuando. Yo, sin poder entender nada, me senté en la esquina de la habitación y esperé a que terminara, cuando finalmente terminó, con una mirada extraña,  me rogó que la acompañara a entregar su pedido, ya que el trayecto era peligroso, instintivamente, sentí una conexión con la chica, y la acompañé, me contó que se llamaba Zira y que probablemente había encontrado uno de los portales a su mundo, Svenc, un mundo con altos y vacíos edificios, sin nadie por las calles y con un cielo amarillento. Era una muchacha risueña, que no perdía el valor a pasar de haber sido agredida y castigada numerosas veces, ya que su trabajo de pastelera era el peor visto en su sociedad, y que la horrible dictadura de su mundo, la obligaba a alabar al rey, por el camino, fuimos atacadas por una banda callejera, a la pobre Zira la ataron y se la llevaron a un edificio donde únicamente la pude oír chillar y sollozar mi nombre hasta que un grito ahogado fue su último lamento, pero yo no podía hacer nada... ya se habían ocupado de mí y me encontraba de nuevo en el baúl de mi casa y sin poder remediarlo, empecé a llorar por la pobre Zira que tanto había marcado mi vida con su valentía y a la cuál he mantenido en secreto hasta ahora…

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