jueves, 15 de marzo de 2012

TERCER RELATO DEL AÑO: DESCONOCIDOS

Feliz año nuevo, feliz siglo nuevo...” La verdad es que pocas fiestas serán como las de anoche: confeti por todos lados, bebidas gratis, música en directo... Yo soy Fede y estudio matemáticas en el conservatorio de la ciudad. Me considero alguien humilde y buena persona aunque, a veces, un poco egoísta y engreído. Llegué aquí a los diecisiete y éste está siendo mi segundo año aquí. La gente aquí es estupenda y les gusté a todos tal como soy. Esta ciudad me ha cambiado por completo: ahora soy feliz, el más feliz.

Ayer, año nuevo, me dejó mi último paciente. Es duro, pero me reconforta saber que soy de gran ayuda para algunos. Ellos también me ayudan a mí. Ellos son capaces de sacar la más amplia sonrisa que mi boca pueda realizar al contar sus chistes o, simplemente, al observar su cara de felicidad cuando reciben su cena especial de año nuevo. Ellos son... como unos hermanos para mí, son todo lo que tengo. Me llamo Ana. Mis padres me abandonaron a los cinco meses de nacer. La gente me conoce como alguien amable y cariñosa, pero yo les digo que sólo soy afortunada.

El año nuevo, otra vez lo mismo de todos los años: el pesado del tío Fernando con sus cancioncitas, la tía María ridiculizándose con ese estúpido juego de furor, mamá con su asqueroso pastel de fresas... cómo odio mi vida. Me pusieron el horrible nombre de Alfonso y doy clases de filosofía a personas discapacitadas tanto física como mentalmente, ya sabes, personas con dificultades. Sí, ya sé que soy un tipo egoísta, nada amable y un completo indeseable en esta sociedad. Mis amigos... ¿qué amigos? ¡Yo no tengo amigos! Cada día deseo con más fuerzas abandonar este mundo.

Hoy es sábado, por lo que no hay clases. Tengo que salir del campus sobre la una y media de la tarde; hoy mismo es el noventa y cinco cumpleaños de la jovenzuela de mi madre y la vamos a llevar a comer mis hermanos y yo.
Ya es la una y veinte, será mejor que empiece a pensar en salir de aquí. El último coche que tuve no acabó muy bien, así que tendré que coger el autobús. Por fin llega. Nunca antes me había subido a un autobús completamente vacío.

¡Oh no, me he despertado! La una y veinticinco. Ya es casi la hora de comer y la verdad es que tengo un hambre horrible. Yo siempre miro el lado positivo: quizá sea la última vez que tenga hambre... Odio abrir la nevera y comprobar la triste soledad del bote de tomate. Cogeré un autobús que me lleve al centro de la ciudad y allí comeré algo. ¡Por fin! Veinte minutos esperando al autobús, pensé que hoy no comía. El conductor... no sé...Siempre cojo este autobús y este no es el conductor de siempre. Qué raro, esto está vacío... ah pues no, ahí detrás hay un chaval. Tendrá, no sé, unos diecinueve o así. Creo que ni siquiera se ha dado cuenta de que estoy aquí.

¡Dios mío son casi las dos! Llego tarde a... Se me olvidaba, hoy es sábado. Sólo tengo que comprar una pantalla nueva para el monitor de un paciente. Cojo el coche y en un minuto estoy de vuelta en casa. Perfecto, sin gasolina. Siempre se me olvida llenar el depósito. No me queda otra que coger un autobús que me lleve al centro. Qué suerte, hay sitio de sobra. Únicamente hay un chico joven dormido en la parte trasera y un hombre de mediana edad en uno de los asientos delanteros.

Me he quedado dormido. El reloj del autobús marca las dos y cuarto y al mirar por la ventana me doy cuenta de que el conductor no está yendo en dirección a la ciudad. Que raro es esto. Voy solo en un autobús... Ala, no, se han subido un hombre cuarentón y una joven de, no sé, unos veinticuatro años. ¿Por qué frenamos? ¿Qué es lo que pasa? Me estoy mareando y veo borroso...

¿Disculpe, creo que se equivoca de camino? Conductores de autobuses, nunca me hacen caso. Creo que lo mejor que puedo hacer es sentarme en mi sitio y relajarme. Conocerá algún atajo o algo... ¿y ahora por qué frena? Qué mareo, me encuentro fatal, no veo nada...

Quince minutos metido en este autobús y todavía no hemos llegado. Nunca había ido a la ciudad por este camino. Creía que el chaval se había despertado, mira la joven, también se ha quedado dormida. Normal, si con lo que estamos tardando... ¿y ese frenazo? ¡Eh, sí, usted, el conductor! Qué quiere, ¿tener un accidente? Ay, qué mareo, tengo ganas de vomitar, veo... No veo nada...

¿Dónde estoy? Qué frío hace, parece que estoy en una cueva. La chica y el hombre cuarentón están atados y amordazados, yo también. Qué claustrofóbico es este lugar. ¿Quién en ése? ¡Es el conductor del autobús! Se está dirigiendo a la chica, ¿qué le estará diciendo?Menuda bofetada que le ha dado. Esto no me gusta, no me gusta nada. Ahora se dirige al hombre cuarentón. Le está gritando pero no entiendo lo que dice. El hombre parece enfadado, seguro que no le ha gustado lo que le ha dicho el conductor, pero esa patada que le ha dado no le ha servido de nada, bueno, le ha servido para recibir una paliza por parte de éste. Ahora viene hacia mí. Diga lo que me diga y me haga lo que me haga, tengo que evitar ponerme furioso. ¿Eso es un cuchillo? Espero que a mí no me toque la peor parte. Por suerte para mí, ha pasado de largo.

No tengo ni la menor idea de dónde estoy. Parece una cueva. Se me acerca un hombre, ya le había visto antes, creo que... ¡es el conductor del autobús! ¿Qué me va a hacer? ¿Por qué estoy atada a una silla? Me ha dado una tremenda bofetada. También me ha dicho que no haga nada raro. Ahora va a por el hombre que iba en el autobús. Le ha dado una patada al conductor y está recibiendo su castigo. Al joven no le ha dicho nada, sólo le ha amenazado enseñándole su cuchillo.

¿Dónde me he metido? ¿Por qué estoy en una cueva? El conductor del autobús está hablando con la chica y ahora le ha dado un gran bofetón. Como me toque le mato. Ahora viene hacia mí. Estoy muy enfadado, y también hambriento, pero creo que no tendría que haberle dado una patada. Él me está haciendo mucho más daño y creo que estoy perdiendo la conciencia.

Me he conseguido desatar. El conductor se ha ido, tengo que desatar al hombre y a la chica. La chica ya está, pero el pobre hombre ha perdido el conocimiento y resulta difícil despojarle de sus ataduras. Por fin, ya vamos a salir de aquí.

Menos mal que el hombre se ha ido. El joven se ha conseguido desatar y me está intentando liberar a mí también. Como consecuencia de la paliza que el hombre recibió, ahora está inconsciente. Le he intentado reanimar, pero sin éxito. Ahora que le hemos desatado, el joven y yo tendremos que llevarle en brazos. Ahora sólo nos queda salir de este sitio.

Creía que estaba muerto. Qué mal lo he pasado. ¿Qué hago aquí tumbado? No tengo ni idea pero me reconforta estar acompañado del joven y de la chica. Me han salvado la vida.

Nunca había deseado tanto ver la luz del sol. ¡Seré tonto! Todo este tiempo encerrado junto a dos desconocidos, y ni siquiera sé cómo se llaman. “Hola, qué tal. yo soy Fede...” Ana y Alfonso, ésos son sus nombres...

Al fin en el exterior. Creí que iba a morir...”Encantada de conocerte Fede. Yo soy Ana...” El hombre cuarentón también se presentó. Dijo que se llamaba Alfonso. Tengo el presentimiento de que los tres seremos grandes amigos.

“Me alegro de conoceros a los dos. Yo me llamo Alfonso...” Es fantástico conocer gente. Fede y Ana son estupendos y también son mis... amigos.

Fede, Ana y Alfonso se hicieron grandes amigos. No volvieron a saber del conductor del autobús, al que encerraron el resto de sus días. Alfonso descubrió que merecía la pena vivir y, con todo el dinero que tenía, viajó por todo el mundo, aprendiendo cosas nuevas y haciendo nuevos amigos. Veinticinco años después dejó el mundo convertido en una persona feliz. Fede terminó sus estudios y se convirtió en uno de los más ilustres matemáticos de todo el mundo. Decidió casarse con Ana, que trabajó cinco años más en el hospital pero siguió ayudando a las personas que la necesitaban. Ana y Federico formaron su propia familia y se fueron del mundo ya muy mayores, con el pequeño Fede y la pequeña Ana bien maduros.

Cuando uno menos se lo espera, la vida puede dar un giro completo en un solo día.

Álvaro OLIVARES, 2º A

No hay comentarios:

Publicar un comentario