miércoles, 28 de marzo de 2012

La batalla decisiva

Sentía miedo y tristeza, a la vez que felicidad y orgullo por haber sido la elegida para poder devolver la alegría al pueblo. Aquellos pensamientos eran por lo que seguía adelante y no me rendía, pero a la hora de ser realista yo sabía que mis pensamientos no podrían vencer a mi miedo.

Mañana tendré que partir muy temprano, no sé lo que me espera, pero aún así no me rendiré, soportaré todo lo que haga falta y demostraré que yo soy diferente y que no soy tan fácil de derrotar como parece. Pero a pesar de todas mis motivaciones tenía mucho miedo, jamás antes había estado  frente a una batalla; y lo peor de todo frente  a una batalla en la que se jugaba la  vida de miles de personas y el futuro del pueblo, de mi pueblo.
Lo primero que oí al despertar fue la voz  de mi madre diciéndome que tenía que haber salido hacía  ya dos horas.

Al oír esto me levanté corriendo, salí de casa y me introduje en el gélido bosque. A medida que andaba, se me iban haciendo heridas en los pies y notaba cómo el frío se metía por mis huesos. Después de tres horas caminando, pude divisar un claro: estaba lleno de polvo que se mantenía en continuo movimiento por el viento. Todo parecía calmado,  así que continué andando. Cada vez que daba un paso había más polvo, más y más hasta que un ejército de personas con armas se cerró sobre mí; traté de contraatacar pero de nada sirvió, se habían abalanzado sobre mí, impidiendo mis movimientos. Ya no podía retroceder en el tiempo, ya no había ninguna esperanza.

Había sido derrotada, el tiempo no me daría otra oportunidad. No había más lágrimas, ni dolor, ahora ya sólo formaba parte del pasado.

No dejes que el tiempo te domine, domínale tú a él.

                       
Cristina Álvarez Martín 2º ESO A

1 comentario: