Cuento
Una vez estuve
en un mundo donde…
Una vez estuve en
un mundo donde la gente era muy bajita, todos tenían la piel de distintos
colores, no era como nosotros con piel color carne u oscura, los había con la
piel rosa, roja, amarilla, azul e incluso verde. Sus ojos también tenían distintos colores, y
a diferencia de los nuestros podían ser morados, una vez vi a uno que los tenía
dorados, fue precioso. Pero lo más extraño de aquel lugar eran los nombres que
tenían como Scrispus, Croipunda, Andrómeda, Minerva, Eustaquio, no sé si su
madre les quería poco o si llamarse por ejemplo Javier o Laura en aquella
ciudad resultaba ridículo entre ellos. No me acuerdo bien de como llegue allí,
solo recuerdo despertarme asustada, con olor a hierba recién cortada, nada más
abrir los ojos mire al cielo, entonces, ya sabía que estaba en un lugar raro,
el cielo era color caramelo no azul, las nubes eran rosadas, de algodón de
azúcar, mire a mi alrededor, las casas eran más pequeñas de lo normal, los
arboles parecían estar vivos en un profundo sueño del que todavía no habían
despertado. La fruta que colgaba de ellos era más grande que de costumbre para
que os hagáis una idea una manzana equivalía a un balón de futbol, en cambio,
un melón equivalía a una bola de billar, que extraño y ridículo parecía aquel
lugar, ¿sería el mundo al revés?, fuese lo que fuese he de reconocer que era
hermoso, resultaba un alivio para la vista no ver coches, ni oír el escandaloso
ruido de la ciudad. Seguí investigando para ver que más maravillas aguardaba
ese lugar. De repente note que alguien me seguía, aunque cada ver que miraba
para atrás para comprobarlo no había un alma, pero luego cuando continuaba
notando que alguien me miraba. Al fin tras un largo tiempo intentando averiguar
quién me seguía alguien me tiro de la mano y me dijo: ``hola´´. Mire hacia el
frente y no vi nada, a los lados y tampoco, mire hacia abajo y allí estaba
aquel pequeño personajillo con sus mejillas azuladas, sus ojos verdes e
intensos cual esmeralda y su larga y bella melena rubia. Me presente y poco a
poco me gane su confianza. La única cosa rara es que hablase mi idioma, pero
eso facilito la comunicación entre nosotros. Me explicó que era aquel lugar al
que él llamaba ``venius´´. Me enseñó ese gran y extraño pueblo, conocí sus
culturas, conocí a sus amigos y a su familia, era gente muy simpática
trabajadora, eran como nosotros los humanos, solo que con unas cuantas cabezas
menos de altura y rasgos faciales distintos. También me llevo a ver los
animales que había en ese mundo singular. Vi mini cebras con las rayas de
distintos colores, unicornios pequeños, todo allí era similar al mundo real
pero en miniatura. Había un animal muy extraño, era una mezcla entre pájaro y
elefante, su nombre era pajelefan, aunque era extraño y daba un poco de miedo
era tranquilo m cariñoso y muy gracioso. Cuando comenzó a anochecer me plantee
como volvería a casa, no sabía cómo había llegado ni tampoco como iba a volver,
me gustaba aquel lugar y tenía un nuevo amigo, pero no quería quedarme ahí para
siempre, echaba de menos a mis padres, a mi hermanita plasta y mocosa y sobre
todo echaba de menos mi cama. Mi amigo
se despidió de mí y volvió a su casa con su familia y el frio de la soledad me
envolvió junto a la oscuridad del cielo. De pronto escuche un ruido extraño,
abrí los ojos y me encontré en tumbado sobre mi cama, ¡era el ruido del
despertador y todo había sido un sueño!, un maravilloso sueño que siempre
permanecería en mi cabeza. Ese sueño me animo a escribir este cuento, que
entregue a la profesora como una redacción narrativa que nos pidió para hacer
durante esta semana, y saque un diez.
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