UN VEZ ESTUVE EN UN MUNDO DONDE…
Estaban
todos sordos, nadie hablaba, nadie susurraba ni reía, nadie se comunicaba… Era
una sociedad que desconocía. Por muchas
preguntas que se hiciesen, por muchas palabras que se dijesen, nadie se
inmutaba, estaban todos absorbidos.
Una mañana,
vagando por esta absurda sociedad, alguien lloraba. Era la primera vez en mucho tiempo que oía
llorar a una persona. Me acerqué para ver y ni si quiera pregunté, ya daba por
respuesta un silencioso silencio; di media vuelta y me marché. Al cabo de unos
días, no sé cuántos, ya que
nadie ni contaba ni sabía en qué año vivíamos y lo único que hacían era estar
todo el día mirando aquella pantalla inútil, volví a ver a aquella mujer
llorando. Esta vez descarté la posibilidad de no obtener respuesta y decidí
preguntar, le dije:
-“¿aunque
seguramente no me respondas, me gustaría saber qué te pasa?”
Ella dejo de
llorar y se fue.
Todo el
mundo estaba hipnotizado con aquella pantalla, no se movían de casa para nada,
excepto para ir al servicio. Pedías la comida a través de
aquella pantalla, trabajabas a través de ella,
estudiabas, inventabas, ¡todo se hacía mediante esta horrible máquina!. Las calles, parques, tiendas, campos, el
deporte… todo había desaparecido, lo único que quedaba eran vías por las cuales
los robot automáticos encargados de llevar la comida, “hacerla” (ya que toda la
comida eran unas pastillas con las proteínas y sustancias necesarias para vivir
y un sabor idéntico todas ellas, que creaban las estúpidas máquinas), limpiar
las aceras… circulaban por ellas, ¿Dónde estaba aquella sociedad en la que se
salía a la calle, se relacionaba uno, se hacía deporte, se iba al supermercado,
se comía aquella deliciosa comida…? ¿Qué hemos hecho con el mundo?
De momento,
yo era el único que salía a pasear, me mantenía en forma, o por lo menos eso creía. Toda mi vida la
había empleado en buscar a más gente de mi tipo, pero hacía tiempo que ya había
perdido la esperanza, cuando de repente, el día menos esperado y raro, la encontré,
era ella, la misma chica a la que la había preguntado esa mañana, la que sin
haber pensado que yo era uno de los suyos se había marchado, la que en un
futuro me ayudaría a encontrar a más personas y no a más personas-máquinas, con
la que emprendería la misión de intentar empezar a volver a crear esa antigua
sociedad, y cómo no, con la que crearía una familia.
Sóy Kóke, si no te lo cójo te doy un tóque.
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