UN SUEÑO, LA NIEVE
Un paisaje blanco, a lo lejos, con pequeñas
personas, lleno de luces… Así, era mi mundo. Digo era porque ahora estoy al
otro lado, cruzando un lago que me conduce hacia el mundo real con mi familia,
mis amigos…
Todo comenzó un 16 de mayo, hacía buen tiempo, la
suave brisa inundaba las calles, el campo florecía…pero yo estaba triste,
enfadado con el mundo y no quería saber nada de nadie ni de nada. Estaba bajo
la sombra de un árbol llorando porque en los meses invernales no había nevado ni
una sola vez y cada día que pasaba lo recordaba como algo melancólico.
Relajado estaba cuando un escalofrío sacudió mi
cuerpo, cerré los ojos e hizo que mis piernas temblaran durante escasos
segundos. Así pues, abrí los ojos y vi un paisaje nevado, lleno de luces de
colores, con casas pequeñas decoradas de navidad, niños paseando por las calles
jugando con la nieve… No sabía qué hacer, estaba solo frente a un mundo
desconocido en el que no conocía a nadie ni cómo era y lo más importante ¿Cómo
había llegado allí?
Me dirigí hacia un policía alto y esbelto que
llevaba en su mano izquierda una cuerda gruesa que agarraba fuertemente un perro, quien no paraba de ladrar. Le
pregunté dónde estaba y no me supo responder, algo escondía.
Al momento, aparecieron Ester y Marcos, unos niños
de catorce años muy amables y simpáticos quienes me preguntaron quién era, pues
la aldea era pequeña y todos se conocían. Les dije que me llamaba Diego y que
no sabía cómo estaba allí. Me acogieron en su casa un par de días hasta que me
di cuenta de que allí siempre nevaba y todo estaba iluminado como si siempre
fuera navidad. Pasaban los días y yo me desesperaba cada vez más sin saber
nada; pero por otro lado estaba feliz porque mi sueño se había cumplido: cada
día podía observar cómo la nieve blanqueaba la ciudad.
Alomejor tenía que hacer algo para volver a mi vida
original, la de verdad, porque aunque parezca mentira, echaba de menos a mi
gente. Comencé a pensar y caí en que debía aprovechar el estar allí con la
nieve, el paisaje… lo que yo siempre había querido.
Seguían pasando los días y yo me pasaba tirado sobre
la nieve a todas horas con Ester y Marcos pensando que algún día volvería a mi
mundo, pero no. Allí seguía yo, preocupado por mis padres a ver qué pensaban.
Tampoco podía comunicarme con ellos de ninguna manera.
Hasta que una noche hubo una gran tormenta, muchos
relámpagos, inundaciones de las calles…tuve una gran sueño aquella noche de que
volvería a mi mundo real; pero desgraciadamente fue un sueño del que nunca
desperté.
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