“Es uno de esos viajes, que solo hay que comprar el billete de ida” Eirik Schjolberg.

“Es uno de esos viajes, que solo hay que comprar el billete de ida”

- ¡Pero eso es imposible!

- Enserio Juan, estuve en ese lugar, era increíble, debes creerme…

Todo era diferente, nada tenía que ver con esto, ahí lo importante era el amor no había dolor ni tristeza. Las personas decían lo que pensaban, ¡y todo era bueno! Juan en ese mundo no había mentiras, nadie entendía porque mentir, ¡ellos lo sabían! Juan, ¡ellos sabían que mentir no servía de nada!

-Pero Alberto, no se… eso… pues…

- No había luchas, ni niños que no querían ir al colegio, la gente lloraba claro que lloraban, pero ellos Juan, ellos ¡lloraban de felicidad! La gente en ese lugar andaba por la calle contenta, no había problemas económicos, ni problemas familiares, no tenían razón para estar mal.

En aquel lugar no había noticias en la televisión de violencia de género, no anunciaban que habían arrestado a asesinos, ni que habían robado en las casas, no anunciaban las muertes que había habido por accidentes de tráfico durante el año, no Juan, ahí era diferente, ahí salían niños que habían aprobado los exámenes, anunciaban las alegrías, los primeros besos con lengua, las cosas no eran como aquí.

En aquel sitio la gente vivía en áticos amplios y estaban con su familia, las parejas jóvenes decidían no ir a trabajar y quedarse en casa, el café de por las mañanas sabía mucho mejor, se retorcían por las sábanas de la cama sin preocupaciones, suspiraban aliviados y el morbo de los besos en el cuello las personas ancianas también lo mantenían.

En ese sitio no había rutina, todos los días eran especiales, se levantaban con el pie izquierdo y bajaban con de buen humor a desayunar, Juan, los amaneceres eran increíbles, cielos anaranjados con tonos morados inundaban la ciudad. A sido el viaje más bonito que he hecho, es uno de esos viajes, que solo hay que comprar el billete de ida.

-Y bueno, ¿me crees?

-Ni de coña.